sábado, 21 de noviembre de 2009

cursiva

Cursiva. Necesitaba el autor hacer algo con su hoja en blanco. Y muchos fueron los fueros internos por los que tuvo que atravesar, sujetándose del tubo. El teléfono no paraba de sonar. La voz no se podía escuchar. Entonces dije: “me quedé sin voz y sin vos”, como triste lamento. Lamento tanto que esto termine mal, que nadie siga la pista, que no es una pista de aterrizaje. El avistaje de nuevos rumbos nos comprometen con un nuevo desafío, un nuevo desvarío. Darío compró el diario y el otario oteaba por la superficie de las letras incómodas. Se quería volver a un nuevo “dada”, pero ya no es posible. Matiz tiene un nuevo cariz. Cuando se opone por ser tornasolado al lado del negro de las letras del original. Una zona de gris, que es la zona de los tierras. Tiernas están las espigas doradas por el sol. Se pasa la mano por la superficie y la efigie se extingue en una fantasía fantasmagórica. Alegórica es esta composición de palabras. Es referencial a algo que se intenta decir, pero que no se quiere suprimir. Reprimir el escrito es la tarea del corrector de estilo. Hilo conductor que se corta por lo más delgado y se cae en los “lugares comunes”. Bocetos fúnebres. Sonetos inconexos. Diversidad de sexos. Textos como exploración de una valoración estética antes que ética. Sintética en la medida de lo posible. Plausible... pero irreal. Final del recodo del camino de la hoja en blanco, salteada con un zanco. Caída en una zanja de una zancada. Etacada. Estocada.

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