sábado, 2 de octubre de 2010

inicio

El problemita de la hoja en blanco
El problema de la hoja en blanco diminutivo



El problema es como ahogarse en un vaso de agua. Pero, al igual que la lluvia que dos veces a caído en este librito, si se derrama el vaso se moja la hoja. ¡Qué extraña paradoja! La que alguien coja la hoja y así la rima es supina. ¿Tendrá un estigma? Depende de la fuerza que se ejerza sobre la superficie del papel. Aquél que haya encontrado el phatos, irá volando como un albatros. Jugando con las palabras espera el escritor que algunas puertas se abran.



El problema de la hoja en Blanco 1.III
El Problema de la hoja en Blanco Nocturno



27 de marzo de 2008


Si se propusiera este problema especialmente en esta noche de lluvia, aunque logre resolverlo, se mojaría el papel. La noche en vela aguarda “los sonidos del alba”. Por ahora se escuchan los truenos, buenos compañeros para la noche larga. Carga muy pesada es el hecho de sentarse a la mesa y esperar a "La Musa inspiradora". Hoy ha llegado, "lo demás es trabajo".
Veo que estoy robando las ideas de A. Pérez Móleck. A lo mejor podría interpretarse que el escritor comprendió muy bien las pocas clases que tuvo con ella. Ella es finamente graciosa. Tiene espontaneidad en su sentido del humor. Otra idea es la que consiste en ir adquiriendo algo que se llama "pensamiento plástico". Y aquí llegamos al núcleo del problema de la hoja en blanco. No es el problema del ingeniero que tiene que llenar su hoja con un plano, o lo mismo el arquitecto, aunque busque la estética; igualmente el artista plástico con su dibujo. El escritor aglutina todas estas ramas del saber en un relato ameno. En este caso es el gusto por el arte.
El problema de la hoja en blanco sería preguntar al escritor por qué lo hace, o quién se lo pidió. Nadie. La iniciativa es de él, y él sabe que en el fondo, plantea un problema que se va a resolver. Creo que un filósofo dijo: “Un problema bien planteado es un problema resuelto”.

La lluvia ha vuelto a caer pesadamente. Porque el clima es monótono. El tono de la melodía de violín y piano acompaña al escritor mientras se encuentra conforme de haber llenado su hoja. A fin de cuentas, es una buena velada. Sin bebidas alcohólicas. No es tanta la algarabía como para brindar. El escritor no puede celebrar solo, en el transcurso de su labor. ¿Con quién chocaría su copa? ¿Con su editor?



Amanecer del mismo día



El Preludio del Problema de la hoja en Blanco


Amanecer del mismo día. En el que pían los pajaritos. Digresión. Por no querer abordar, desde el comienzo, el problema de la hoja en blanco. Para Platón puede haber un caballo más blanco que otro, pero El caballo puramente blanco, que no tiene igual, se encuentra en el mundo de las ideas. Y allí pretende tender el filósofo griego. Hacia otra dimensión que no sería el contorno de los bordes de la hoja.
La hoja de un blanco perfecto no se encuentra aquí. El papel puede ser mate o satinado. Mate al Rey y atinado el consejo.
En este problema, el escritor se escapa por la tangente, al ser sorprendido por el amanecer incipiente. ¡Oh, cuánto anhelaba la noche silenciosa! Donde pueda escribir su prosa en la hoja preciosa.

















El problema de la Hoja en Blanco Nr. 1.II
El Problema de la hoja en Blanco Taciturno



Había una vez una pobre hoja en blanco sentada en un banco. No sabía si la iban a garabatear con sepia o sanguínea. “La línea habla” (Marguit). Y el escritor solamente ocupa su mente en realizar una crónica de lo que le ocurre a la hojita. ¡Es tan pequeña! No es dueña de hacer lo que quiere. El escritor la manipula con la excusa que es cultura. Pero hay quien se burla por ser burda. En el lunfardo le contestaría que está en curda. ¡Forzar la lengua por colocar la prosa poética a presión, es una acción que desvela al escritor, y lo tilda de mediocre! Entre la sepia y la sanguínea está el ocre. ¿Se comprende el sentido?

La pregunta genera un vacío. El Estío ya se ha ido. Nada tiene que ver con nada. Es esta la contradicción interna que tiene el escritor. No abundemos en palabras. Entonces…

…Entonces, hay como una rebelión a plantear nuevamente el problema de la hoja en blanco. Si quedó sentada en el banco, un viento se la voló, y terminó quedando en blanco.



Y el problema no se resuelve...






El Problema de la Hoja en Blanco Nr. 1
El Problema de la Hoja en Blanco

Si se entregase este problema al positivismo inglés, no sería resuelto nunca. Pero esta idea ronda en mi cabeza en aquellas horas en la que me está vedado escribir sobre otra materia. El domingo, día en que sólo trabajan los sacerdotes (esto es una metáfora), vi en un programa sobre política (Hora Clave de Mariano Grondona), que una personalidad, en lugar de derramar sangre, derramó tinta. ¿Y no es esta la clave para resolver este problema? Al derramar tinta construyendo palabras; se van llenando los espacios vacíos de la hoja en blanco. El estructuralismo haría de este problema un problema in eternum.
No creo en la tabula rasa. Algo traemos cuando entramos en el mundo. Lo visible es el cuerpo, pero tiene codificada la información genética.
Cada hoja es un problema nuevo. No soy principiante en esta materia. El lirismo acompaña la reflexión. Cuando tuve que escribir un poema sobre el talento, no pude obviar en pensar sobre aquella moneda de plata de veinticinco kilos: el estipendio. Y, en lenguaje económico bursátil: doscientos mil dólares. Una observación marginal: los dólares creen en Dios. En el verde billete reza la inscripción: In God we trust.

El fruto prohibido es agradable a la vista y bueno para adquirir discernimiento. Pero en la maraña del mundo y la fluidez del tiempo material, "el alcance de la razón" se torna débil. Desearíamos reírnos de nosotros mismos.

¿Qué es la hoja en blanco? ¿Será de un blanco puro?
¿Será el blanco de mis palabras?
Como diría Blondel,
a medida que voy ennegreciendo la hoja
con la tinta de mi pluma,
ya deja de ser hoja en blanco.















Lectio
Preparándose para leer


Antes de leer voy a escriturar...

...escriturar se realiza con una casa.
Pero juego con las palabras escribir y escriturar...





En realidad, lo que el escritor hace es escribir. Y decir que tanto escribir, como beber cuando se tiene sed, o comer cuando se tiene hambre, no son redundancias. Son circunstancias de la vida cotidiana.
Luego de esta digresión se cae en la cuenta que se rompió el hielo y se introdujo al lector en medio del problema de la hoja en blanco. En el medio, el problema está resuelto, porque se utilizó un subterfugio para no poner en evidencia, de entrada, esta cuestión.
A renglón seguido, debemos andar por el mismo camino alternativo. La variedad hace a la gracia.
Hacia otros horizontes, el escritor fija su mirada. Descarada sería su intención si tratase de burlarse del lector. Factor que no se puede pasar por alto. Falto de rigor lógico es el contenido de estas páginas. Pero se está munido de un sentido. Parecido no es igual. Tal es la lógica que está en la cabeza de un siglo XX que vivió la trágica historia de la irracionalidad. La guerra tan temida no debe tener cabida.



El escritor ve que se están diciendo muchas cosas, sin precisar o profundizar siquiera, en alguna de ellas. Es para enfatizar la rima (se aclara), no para llegar a la sima de la fama. Mana como un manantial, la idea. Celestial es la sima de esa montaña, donde se respira un aire enrarecido de filosofía. Tamaña empresa se ha emprendido. Aterido de frío, el escritor quiere seguir adelante. No importan las consecuencias. Ellas vienen con sus frecuencias.



El problema de la hoja en blanco fue combatido hasta el final. Habiéndose planteado en otro lugar, se intenta dificultar su solución. Sanción que hará el lector si cierra en esta parte, el libro, enfurecido.





El Problema de la Hoja en Blanco Prospectivo





En el inicio del problema de la hoja en blanco se plantea la pregunta fundamental. ¿Es capaz el escritor de llenar su hoja en blanco cuando la inspiración realizó una suerte de conspiración? Responder esta pregunta requiere de mucha imaginación. Y es la concreción de un recorrido por las páginas de este libro.



El escritor quisiera comunicarse con el lector. Para eso le ofrece un texto. Y el lector escudriña las páginas, cual si un pintor dejara pátinas en su obra pictórica. Retórica está presente aquí. Así se va configurando un sistema de diálogo que no tiene devolución inmediata. Reducción al absurdo. Burdo y ridículo pareciera ser el planteo: ¡la contradicción de la contradicción!



En un esfuerzo ingente, mucha gente corre apresurada por el río de la vida. Se podría determinar su partida, como una partida de ajedrez, pero está partida al medio, porque no se conoce su final. Cabal planteo no exige ni exime de rodeo. Pero el escritor escapa por la tangente. Carente de un plan preconcebido sigue emergente. Sugerente es este espacio, es decir el blanco de la hoja. Y es recipiente que recoge reflexiones, no exentas de pasiones, por escribir y nutrir el campo de la literatura. La escritura es una dura faena. Pero vale la pena.



¿Cómo encontrar la palabra adecuada? Controlar la prosa poética que se aborda aquí, es el delicado equilibrio, por no romper una copa de vidrio. Auxilio ha de pedirse a la memoria cuando hay que medirse con soltura. La mesura es signo de cordura. Signo de signos...
Designios son como el halo de misterio que retrotrae el criterio. En esto se basa el planteo a tratar, bajo títulos sugestivos, los diversos pasos a seguir en este empeño. El dueño de la hoja es el escritor. Y se le escapan de las manos palabras que, luego de muchas trabas, corren como manada de cabras.










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