sábado, 2 de octubre de 2010

problematta

El Problema de la Hoja en Blanco Nr. 7

Las vueltas de la vida. Había anunciado el escritor que culminaría el blog del Dilema de la Hoja en Blanco... Pero cabría tal vez una repetición. Mejor expresado, un estado de continuación lógica y formal. No es posible abandonar el trabajo cuando se dispone de los medios adecuados. Más abajo hay una clave a develar. La reiteración es la acción por la cual se retorna y se aborda la Hoja. Edgard Alasdair escribió algo al respecto: "llora mi pluma sobre el papel..." La mella es la letra bella. Es aquella querella que somete el redactor al pretender seguir sin distinguir precisamente lo que se dice en forma balbuciente: conocer. Se ha expresado también "saber ver"; ordenar las ideas para que de algún modo se produzca algún nodo, capaz de conectar la realidad de lo indecible, de lo indescifrable. Accesible no es. El ser es ontológicamente inaccesible. Asequible... puede ser. Pero no es posible mencionar al ser sin decir: el ser es...
El Problema de la Hoja en Blanco se ha tornado más bien filosófico. Es el primer punto de contacto, la primer revelación que se le hace al lector. La labor de trabajar con filosofemas hace que se continúe la empresa de la Filosofía, sí, con palabras mayúsculas. Se la celebra con alegría y renovado entusiasmo. Es como la dulce etapa de un romántico noviazgo. Se desea la armonía que articule las cuestiones. Las opciones son varias y variadas. Se sabe cómo comienza una labor, pero se desconoce cuando y cómo concluirá. El anuncio requeriría de un "nuncio" que dijera: ¡ no todo está perdido !

El Problema Dilema de La Hoja en Blanco Nr. 6
El Problema de La Hoja en Blanco Nr. 6


Me apremia la necesidad de la manera más imperiosa. Porque la prosa necesita tener su ilación propia. Un romántico alemán escribió: “No se lograba comprender la palabra, porque la palabra no se comprendía, no quería comprenderse ella misma” (Novalis). La palabra se volatiliza en afasia.
Todo tiene su ritmo que no es el que da las manecillas de un reloj. Es la dilación de la vida, el intento de expansión del alma. La búsqueda del territorio nocturno donde cobijarse, a pesar del aguacero que se oye caer con fuerza, allí fuera. Por alguna enigmática cuestión o razón, el escritor se refugia en la noche silenciosa del interior de su ser. La lluvia es como “una noria de aguas limpias, un blanco silencio de horas” (del Himno de las Laudes del I Viernes del “tiempo ordinario” de La Liturgia de las Horas). Aunque a la postre se transforma en un telón de fondo monótono. Las horas que pasan se obtusan. Y la frase se metamorfosea.

El escritor interrumpe su tarea y, va hacia la cocina a preparar “la ceremonia del té”. Toma una taza de porcelana inglesa y la da vuelta y la coloca sobre el plato de ribete barroco azul celeste, con guardas de filigranas. Introduce un saquito de té rojo, el que toman los emperadores de la antigua China, y espera el primer hervor de la pava, que a su vez está sobre la hornalla. La infusión exhala un tenue vapor... y se la deja estacionar unos cinco minutos eternos, como se deja añejar un vino generoso durante generaciones.

El escritor toma la página siguiente y, siente que lo que vaya a escribir en ella, son fragmentos de freses ya trilladas por otros escritores. Comenzar diciendo: “El sol estival calentaba las calle de...” (Mario Puzzo) es un cliché muy utilizado en la literatura. ¿Qué aporta a la cultura? El escritor deja la pregunta abierta.

La literatura podría acusar al escritor de no ser bueno. Esto es una verdad a medias. Porque puede ser que haya obras mejores, de noches con plena visita de la Musa. La escaramuza es el vicio que rodea al hecho de redactar a contrarreloj, cuando el tiempo se obtusa. El inicio ha quedado muy atrás y la obra va madurando. Perdurando en el ambiente. Se desea que haya un cliente que la adquiera. Como quiera que fuera, afuera la lluvia cae. El escritor aprovecha esta oportunidad. Pertrecha un argumento: que lo único que le importa es el hecho mismo de escribir. De solucionar “El Dilema de La Hoja en Blanco”. Y así los vacíos se van llenando.
Si tiene todo esto algún sentido habría que formular una nueva pregunta: ¿Sirve acaso redactar una catarata de palabras de barata literatura? ¿Qué le sucede a la cultura? Y aquí van dos preguntas entrelazadas. Si las palabras no son entendibles no se puede establecer un diálogo con el lector. Asequible es el saber de tipo informativo, pero no formativo. Esto no lo obtiene un público pasivo. Pareciera ser que se está escapando hacia delante. El amante de las bellas letras toma palabras prestadas y concluye: Es este “El menguado fruto de mis pobres desvelos”. (Berkeley). ¿Por qué? Extenuado bruto de mis sobres de deseos. (Metamorfosis de la frase).

Ariel de los Arieles.


El Problema de La Hoja en Blanco Nr. 5
El problema de la Hoja en blanco Nr. 5


La Passion desborda el interior celestial. Fondo azul celeste. Manuscrito azul Francia. Arrogancia de palabras que desean lo impensable. Mudable en ejemplos cual si se visitasen templos. Tiempos de saber ver y elegir. Dormir para curar el alma.
Calma, calma la armonía, calma.
Eudemonía requiere de filosofía. Correría tras el deporte del fox hunting : la caza del zorro. Pero la casa del zorro quedó tras de sí al ir a la máquina. Esquina curvada, calle cruzada o cursada, como se podría decir ahora. Si se aprueba es porque no le atropelló un auto al escritor. Ojos glaucos bajo el estertor de ruedas.
“Hombres y Engranajes”. Sábato descansaba en sábado. Pasaba la hoja y el problema se cruza con el dilema. Cual colmena de abejas es el ímpetu de acercar orejas. Impromptu Nr.1. Acertar la idea y encender la tea del saber. Y esto es volver a plantear el problema. ¿Se necesitará de un esquema? Un esquema preconcebido. Subido de tono, cual si probar la tesitura de un instrumento… “¡Del mío tormento!”



El Problema de La Hoja en Blanco Phy
El Problema de la hoja en Blanco phy.


Es éste el gran problema del momento. La crisis en la que nos planteamos el para qué del arte.
En un mundo, dominado por la tecnología, dónde el hombre “sabe lo funcional que es éste” (Joseph Ratzinger), todavía quedan preguntas por realizar.
Hay una corriente que intenta integrar con los medios de la técnica nuevas experiencias de investigación. Pero por de pronto se ha corrido el eje de la cuestión que se está esbozando. No se puede pretender que se crea en una tabula rasa, aunque sea una paradoja que en este momento, no recuerde quién planteó primero este problema. La afasia es tan solamente una hoja de hojarasca.
Por otro lado, Sören Kierkegaard escribe acerca de quien quiera escribir un libro, hará bien en forjarse toda clase de conocimientos sobre el tema a tratar, y también estudiando lo que han escrito otros sobre el mismo tema.
Y, cuando está listo, “escribe su libro con la misma facilidad con que el pájaro entona su canción” (El concepto de la angustia).
El arte por el arte es el planteo actual. El arte de amar sabe decir muy bien sobre el arte de escribir. La Musa no es Medusa; esa especie de Gorgona escapada del aquelarre de las llamas del Averno, con un cuerno en la mano barre el aire enardecido que fisgona. Perseo dijo:

“si cortarle la cabeza a la Gorgona hubiera sido un juego
un susto imaginario a cada paso
de la infancia”
Wenceslao Horacio Maldonado.

phy

¿! De qué se trata todo esto!? Es una expresión de sorpresa, de consternación. ¡Oh admirable problema! Cuyos blancos se van llenando en letras articuladas en palabras a su vez ordenadas en frases, en loca poesía, en torno a resolver este problema. Llegados a este punto, es decir a la mitad de la página, se deslinda un nuevo inconveniente. En que llega el sol poniente y la mente se queda en blanco. Necesita del sueño del cual el escritor es dueño. Y quedaron cosas por desarrollar, aunque cual si arrollar una alfombra, se descubre la tierra de sombra. Canta la Alondra.
Ariel Schwartz, =
3,14159







El Problema de La Hoja En Blanco Nr.4
El Problema de la Hoja en Blanco Prospectivo





En el inicio del problema de la hoja en blanco se plantea la pregunta fundamental. ¿Es capaz el escritor de llenar su hoja en blanco cuando la inspiración realizó una suerte de conspiración? Responder esta pregunta requiere de mucha imaginación. Y es la concreción de un recorrido por las páginas de este libro.



El escritor quisiera comunicarse con el lector. Para eso le ofrece un texto. Y el lector escudriña las páginas, cual si un pintor dejara pátinas en su obra pictórica. Retórica está presente aquí. Así se va configurando un sistema de diálogo que no tiene devolución inmediata. Reducción al absurdo. Burdo y ridículo pareciera ser el planteo: la contradicción de la contradicción.



En un esfuerzo ingente, mucha gente corre apresurada por el río de la vida. Se podría determinar su partida, como una partida de ajedrez, pero está partida al medio porque no se conoce su final. Cabal planteo no exige ni exime de rodeo. Pero el escritor escapa por la tangente. Carente de un plan preconcebido sigue emergente. Sugerente es este espacio, es decir el blanco de la hoja. Y es recipiente que recoge reflexiones, no exentas de pasiones, por escribir y nutrir el campo de la literatura. La escritura es una dura faena, pero vale la pena.



¿Cómo encontrar la palabra adecuada? Controlar la prosa poética que se aborda aquí, es el delicado equilibrio, por no romper una copa de vidrio. Auxilio ha de pedirse a la memoria cuando hay que medirse con soltura. La mesura es signo de cordura. Signo de signos...
Designios son como el halo de misterio que retrotrae el criterio. En esto se basa el planteo a tratar, bajo títulos sugestivos, los diversos pasos a seguir en este empeño.
El dueño de la hoja es el escritor. Y se le escapan de las manos palabras que, luego de muchas trabas, corren como manada de cabras.






El Problema de la Hoja en Blanco Nr.3
El Problema de la Hoja en Blanco Principal



El problema eterno de la Hoja en blanco. El de aquel escritor que deshacía las palabras para ver de qué estaban hechas. El escritor actual no se sirve de ningún manual literario. No desea ser ordinario y tomar de los libros cómo se debe escribir. “Ni dominio ni sometimiento, empecemos por vivir” (T. de la Riega). Y, en este existir verificamos lo que nos cuesta hacernos dueños de la palabra. “Tengo un libro que me presta su sabiduría” (Kant). Camaradería entre colegas o tratar de defenestrar al filósofo con todo un señor libro. El campo de las ideas es más peligroso que el político. Por eso el político se refugia en ideologías. El mejor político es el mejor ideólogo de su época.



Había una vez un filósofo que se embarcó en la aventura de escribir un libro sobre su profesión. En el prólogo confesaba que sabía cual era el comienzo o el punto de partida, pero ignoraba a qué puerto llegaría; cual sería el resultado de su investigación. Mucha acción y muchas peripecias, cual como condimentar con especias una exquisita comida. Espera a ser servida en la tabula rasa, que ya tiene a priori algo; la tabla de madera y las patas.
El escritor se da cuenta que ha caído en una contradicción interna de su libro. Ve el acuciante problema de la hoja en blanco, pero no puede aceptar que la mesa no tenga nada previo. Hay un término medio. Sabe que se discutió acaloradamente sobre los ejemplos de la tabula rasa y la hoja en blanco. Se quisiera aclarar que la mesa es un “medio para”, una ilustración de un problema de raciocinación. En cambio “La Hoja en Blanco” es un hecho propio de quien no encuentra palabras para escribir. Se entrelazan los temas, se da millares de vueltas. Y así surgen cuestiones sueltas.


Podría compararse con el arte, el portarse ante la tela de la misma manera. Pero si el pintor no tiene idea de qué representar, podría manchar de rojo furioso hasta el caballete.
El rojo es un tono que llama la atención. Por eso es muy utilizado en marketing. Se abusa de él en su forma más saturada. La saturación es la pureza del color. Pero, volviendo, se descubrió que la Musa inspiradora no es la misma en el pintor. Tan solamente se nutre del color. El escritor establece a priori que tiene necesidad de comunicar algo, dicho con “palabras que en sí mismas son imágenes que desnudan el alma para aliviarla” (Baddouh).



El problema principal está ante la vista pues se han dado varias pistas...





El Problema de La Hoja en Blanco Nr.2


Blanco sobre Negro

Por Ariel van Ruyssbröeck


El problema de la hoja en blanco va de la mano con la necesidad de escribir.

Cuando se escribe blanco sobre negro se quiere llamar la atención sobre el texto.

El autor puede llevar al lector a un inmenso desierto. Mostrarle la extensión de su aridez en un instante. Un infante viajaría lejos con sólo cerrar los ojos. Y un filólogo quería vehementemente, a costa de oscurecer su mente, que rengos, sigamos su pensamiento. Lo cito a continuación:

El desierto está creciendo;
¡Desventurado el que alberga desiertos!
(Nietzsche)


Me viene a la mente aquella idea que versa sobre lo siguiente: en este mundo supuestamente organizado por ordenadores, hay un gran desorden. Hoy vengo a la máquina, y encuentro que no puedo subsanar errores de puntuación debido a la configuración. El desorden es más moral que organizativo. Me encuentro impelido de hacer este rápido diagnóstico, donde la idea principal no es mía. Pero tampoco puede arrogársela un gnóstico. Por alguna extraña razón, existen millares de productos, de los cuales el noventa por ciento, no sirven para nada. La publicidad está abocada a vender lo que no se necesita. Y la ilusión prontamente se marchita. ¡Y pensar que hay una industria alrededor de ello! ¡ El desierto se ha cubierto! Cuando Kierkegaard decía que“Nuestra época organiza una verdadera liquidación en el mundo de las ideas como en el mundo de los negocios”(Temor y Temblor), tenía razón. Y eso que era un hombre de la vieja Europa del siglo XIX. El mundo como “mundano” se ha ido identificando consigo mismo. Otro istmo que había visto un melancólico y bucólico “El mundo es mi representación” (Schopenhauer) .
¿Cuál es aquella magia que consiste en apresar una idea e ir corriendo tras ella? (Lo grafico de esta manera, porque la era de la lectura, no espera su factura) .
Hay que reconocer que es difícil exponer este tema, como lo practica el encarnado “prestidigitador de palabras” (Urs von Balthasar) . Ese encanto es propio de los poetas.

*********

¡La contradicción de la contradicción! Es la expresión del rostro de la soprano que interpreta una canción jubilosa. La prosa desea seguir continuando cual se deviene: poiesis. Pensando...
en salir del blanco sobre negro. Cual si se hubiese metido en el fango, el ido autor ya no puede volver atrás. ¡Saciarás tu sed de lectura! Le susurra a la creatura.


*********


Algo más sobre el problema de la hoja en blanco



La hoja en blanco es de un color acromático. Y el negro de la tinta también. El escritor aclara que redacta su manuscrito con tinta negra. En la escuela se usaba el azul, como el profundo cielo de esta tarde de abril. Mil recuerdos...


...Entonces...se aborda el problema serenamente, porque fatalmente hay problemas de gran, difícil solución. Aproximación que se hace en un momento de reflexión. El escritor podría entonar una canción. Pero su voz, a diferencia de la soprano, carece de una adecuada afinación...


...Pero, la alegría de esta algarabía, ubica en la vía del encuentro frontal con el problema de la hoja en blanco. A medida que se pasa el día, habría que “transitar el tiempo” (Gómez Masía). Con otras palabras: ocupar el tiempo con un texto literario. El escritor ve complacido que no hay vacío. Su día transcurre a plena luz de “un sol esplendente” (Heidegger).
El problema se va tornando barroco. Evoco otros tiempos y otros lugares, como lugares comunes, en donde convergen ideas para aportar una solución al problema de la hoja en blanco. Que tanto el escritor como el lector resulten enriquecidos con la satisfacción de momentos parecidos. Lectura y escritura en contraste con escritura y lectura.


*********



El problema de la hoja en blanco enésimo



El escritor toma la enésima página, y sabe que al acabar con ella, no quedará en blanco. Dejará sobre el rugoso papel la marca indeleble de una escritura endeble. (Que en definitiva no deja de ser su escritura caprichosa). Seguirá rondando en las mismas palabras de manera viciosa. Comprenderá que la materia viscosa de la tinta no permanecerá ociosa. El comprender ya no es un “poder ser” (Heidegger), a lo sumo un “saber ver”.


¡Oh prodigio inigualable! Al llegar a la mitad de la página enésima, el autor siente un aliciente para su cometido. El de poder sacar partido de la obstrucción casual y labial de las palabras. ¡Abracadabra!








► ► ► ► ► ► ► ► ► ► ► ► ►

No hay comentarios: